Por Hugo Díez Santaolalla
Me llamo Xavier, soy un perro border collie con heterocromía que vive en un pueblo sobre la falda montañosa de la Sierra de Ayllón. Para mí, iba a ser un 2 de febrero de 2020 normal, pero de pronto dos coches irrumpieron en la monotonía de mi ambiente rural.
Se bajaron personas con pinta de naturalistas y de ir a vivir una aventura, por lo que en cuanto empezaron a andar siguiendo a uno que parecía ser el guía (pero que iba un poco perdido mirando un mapa en el móvil) decidí acompañarlos por si se perdían.

¡Resulta que iban a buscar lobos! Los humanos me tienen para que ladre a estos cánidos si se acercan al pueblo a buscar comida, pero como no me gusta odiar a nadie sin conocerlo primero, quiero investigar con estos voluntarios del Censo Nacional del Lobo Ibérico dónde vive este ser al que denominan “el de las orejas tiesas”.
Está siendo muy divertido. No llevamos andando nada y esta gente parece ser que ya se ha desviado de su ruta y se va parando cada dos por tres a hacer fotos a excrementos y huellas. Han comprobado que mis patas no son como las que hay en el barro, por lo que parece ser que no distorsiono sus resultados y me han admitido en el grupo.
Estoy interpretando que no se conocían entre ellos y por eso van hablando de todo y poniendo mucho en común. También he podido ver que es algo como “una salida formativa” y que en teoría hay gente con un poco más de experiencia que cuenta cosas sobre el lobo ibérico y una aplicación en la que geolocalizan los rastros que encuentran… va a resultar que estoy aprendiendo muchas cosas este día. He oído que hoy habían quedado muchas personas del Censo y que se han escindido en varios grupos, como al que me he unido, para abarcar un mayor territorio rastreando.

Vale, ya no está siendo tan divertido, a esta gente le falta un tornillo y ya son las 15.30h y todavía no hemos parado de andar.
Ellos están muy contentos porque están encontrando muchos rastros, pero yo voy con la lengua fuera.
Me reconforta haber oído que están contentos conmigo porque al ir oliendo los excrementos del Canis lupus signatus ellos también pueden encontrarlos y gracias a ello me he ganado algo de comer cuando se detengan.

Ya son las 18.30 y acabamos de llegar de nuevo a casa… tengo las patas muy cansadas de todo lo que hemos andado, pero estoy muy satisfecho con esta salida porque he hecho nuevos amigos, he conocido mejor el ecosistema en el que vivo y he aprendido muchas cosas sobre mi “primo” el lobo ibérico, dudo que ahora le ladre ya que conozco su importancia como regulador y preservador de los biomas hispánicos. Me despido con una mirada de estas curiosas personas y veo cómo se despiden también entre ellos con risas y abrazos, parece ser que se verán de nuevo. Ellos también han quedado muy contentos con la salida formativa.
A ver si muestrean de nuevo por esta zona y puedo unirme… hasta entonces es un adiós, amigos.
