Artículo publicado por Andrés Barrio originalmente en Rioja2.com.
“No aplaudo, que los maten a todos” esta fue la frase que escuché ayer, de la persona que se sentaba a mi lado, en la charla que dio Luis Miguel Domínguez “Lobo-Marley” en Logroño, invitado por los compas de Amigos de la Tierra.
En un momento de la charla, un cazador decidió levantarse y dejar bien claro que “él nunca mataría un lobo”… ni un águila, ni un zorro, ni ningún animal fuera de la caza deportiva que él disfrutaba, algo que le honra y que nos acerca a un uso responsable y sostenible del medio natural por todos y todas las que disfrutamos de él.
Pero este acto de valentía y sinceridad no contó con el apoyo de parte del público que allí nos congregábamos. Algunas personas no vinieron a escuchar y aprender, sino a no dejarse convencer y dejar claro que los argumentos se la ‘bufan’ y que lo que quieren es “matar al lobo”.
Cuando este cazador dijo aquellas palabras, el público se arrancó con un cerrado aplauso. En ese momento, la persona que se sentaba a mi lado no pudo se pudo contener y espetó un “No aplaudo, que los maten a todos”. Esta persona se pasó toda la charla chistando, gruñendo y moviéndose de forma incómoda a cada palabra, a cada argumento o a cada ejemplo que Luis Miguel iba desgranando. La evidencia empírica y científica de que el lobo es un beneficio para todos y todas le incomodaba y le hacía sentir odio por los que allí estábamos, él tenía un posicionamiento adquirido y heredado desde generaciones pasadas y no iba a permitir que una panda de melenudos se lo cambiara.
Este buen cristiano llegó a sonreír y asentir con la cabeza cuando Luis Miguel contaba con aflicción como él no puede ir a ciertos lugares de Asturies o Galiza porque está amenazado de muerte, contaba cómo en ciertos lugares, si lo reconocen, el final puede ser trágico. Lo hizo cuando Luis Miguel aludía a la pena de cárcel que él y otros compañeros tienen pendiente de juicio por quitar unas postas ilegales para cazar lobos. En definitiva, este hombre con el que nos une muchísimo más de lo que nos separa, odiaba al naturalista, al defensor de lo que es de todos y todas, por defender nuestro patrimonio y nuestra naturaleza. ¿Por qué?
Pero la cosa no quedó aquí, la charla llegó a un punto absolutamente desagradable cuando un exalcalde de Las Viniegras, que no es ganadero ni vive en su pueblo, al que únicamente se acerca a disfrutar de su casita en la sierra los fines de semana, pidió la palabra y le dijo de forma directa a Luis Miguel “Nos quieres echar de nuestro pueblo”… Así como lo oyen,“Nos quieres echar de nuestro pueblo”, porque para él, el lobo, sin existir y llevando décadas fuera del alto Najerilla, es el factor determinante que puede acabar con la vida en sus pueblos.
Este exalcalde, que mucho tiene que decir de por qué el mundo rural se muere, obvió que cuando más vida tuvo su pueblo y los circundantes, que cuando los Cameros eran el motor económico de Rioja y la gente no tenía que irse a la ciudad a buscarse la vida, era cuando había lobos, que era en los siglos XVIII o XIX cuando las urbes se alimentaban de los pueblos. Entonces también había lobos.
Este exlacalde obvió que lo que de verdad ha matado al Pueblo es su partido al cerrar las escuelas y los consultorios médicos, que lo que de verdad ha matado la economía rural es la carne congelada de Nueva Zelanda o Argentina, que lo que acabará con la agricultura y la ganadería riojana serán los tratados de Libre Comercio (CETA, TTIP) que llenarán nuestros mercados de carne hormonada e hipersubvencionada de las Américas y de cereales transgénicos en manos de los Monsantos de turno. Ni una palabra de los mercados de futuro que bloquean y desbloquean cosechas para tirar los precios, de intermediarios y aseguradoras que estafan a nuestros ganaderos, ni una palabra de las grandes superficies que extorsionan y chantajean a nuestros agricultores. ¿Por qué?
Lo último que ya llegó a ponerlo todo patas arriba fue una estúpida discusión entre un ganadero y un joven zoólogo. La sala se levantó, hubo insultos y los amigos tuvieron que sujetar a los deliberadores. Se debatía si los buitres atacaban a piezas vivas. Y no, los buitres no atacan a piezas vivas, pero joder, por qué no puede ocurrir de forma puntual, por qué no lo comentamos de forma didáctica como algo de lo que aprender, lo que nos dice la zoología y lo que un hombre de campo ha visto puntualmente. ¿Por qué?
Lo vivido ayer en Logroño puede definirse como “Las dos Españas”, pero me niego, no existen ni tal vez existieron “Las dos Españas”, porque los que allí estábamos éramos los mismos y las mismas personas con los mismos problemas y los mismos enemigos, entre los que no se encuentra el lobo.
El problema es cuando, desde ciertos grupos de interés, nos hacen cambiar el foco y buscan un “enemigo externo”, algo que nos haga perder la óptica necesaria para analizar la realidad para que no nos volquemos en atacar lo que nos desposee de nuestra riqueza y nuestra forma de vida. Para que nos enfrentemos entre nosotros a través de falsas verdades, debates estériles y nos impida luchar contra el poder, que es el mismo que nos hizo enfrentarnos en guerras fraticidas en el pasado, usando la religión, la nación o cualquier concepto etéreo y visceral, fácilmente maleable y por el que seamos capaces de decir “No aplaudo, que los maten a todos”.
Busquemos otro concepto, busquemos el “Enemigo Común”, analicemos la realidad. Porque no hay derecho a que un naturalista no pueda ir a un bar en ciertas zonas, mientras que el jefe de Gas Natural puede pasearse por Sotés o Daroca después de instalar dos pozos de extracción de gas sin que se conozca claramente su interés ni qué quiere conseguir, poniendo en peligro nuestra seguridad hídrica e incentivando el cambio climático que tiene a nuestros pantanos en mínimos históricos. Haciendo que en toda la zona ya no se vean animales salvajes a causa de la contaminación lumínica o que no haya creado ni un puesto de trabajo en los pueblos que ahora pone en peligro.
Me quedo con una frase que ayer dijo Luis Miguel Domínguez, “El lobo Ibérico está en el ADN de la Península Ibérica”, matarlo es matar una parte de nosotros y nosotras. Defendámoslo, protejámoslo. Porque con él defendemos nuestro ecosistema, el correcto desarrollo de la cadena trófica, del orden de los herbívoros, del control de plagas y enfermedades que afectan a nuestro ganado. Acabemos con el pago por muerte e incluyamos un verdadero “contrato territorial” que pague a nuestros ganaderos por estar en zona lobera y reclamemos su nombre para incentivar el turismo y el label de calidad, dejándonos de parques de paleoaventura con animales de plástico y huellas falsas. Defendamos lo nuestro, defendamos al lobo.